Reconocer y expresar nuestras emociones

Reconocer y expresar nuestras emociones

Reconocer y expresar nuestras emociones

No existe persona que no tenga todo un contenido de información emocional, ya que estas están ligadas a todo lo que hacemos, lo que vemos, oímos, olemos, etc. Es decir, están presentes en toda nuestra dinámica de existencia y muchas veces las vemos y reconocemos en nosotros mismos; podemos ser capaces de decir “estoy triste”, “que frustrante es esto”, “que alegría” o “cuanto miedo”. Sin embargo, no todos somos capaces de percibir estos matices en nuestros estados emocionales, ya sea porque podemos sentirnos abrumados al aproximarnos a estos contenidos o porque son tan intensos e impactantes que nuestra mente se cierra a ellos para no afectar el “equilibrio” que experimentamos en nuestra vida.

Es importante considerar que aunque no deseemos o no nos sea posible reconocer y expresar nuestras emociones, éstas no van a desaparecer. Ellas seguirán allí, creciendo y tomando fuerza cada día que pasemos sin darles el lugar que necesitan en nuestra psique.

Si no las vemos, reconocemos, aceptamos y expresamos, ellas buscarán otra salida, bien sea a través de una explosión emocional cuando menos nos lo esperemos, de un importante malestar psíquico, o a través del cuerpo, es decir, de la enfermedad. Cuando llegamos a este último punto, en el cual el cuerpo grita lo que la mente no puede decir, puede resultar difícil dar una vuelta atrás.

Debemos prestar atención en donde colocamos toda la carga emocional que podemos llegar a experimentar día a día, a lo largo de nuestra vida. Si no la colamos afuera, inevitablemente, sin darnos cuenta, la colocaremos dentro y las consecuencias de esto pueden ser impredecibles.

Es por esto que es importante hacer un esfuerzo por detenernos a revisar las emociones que experimentamos:
¿Qué siento?
¿Tristeza, angustia, molestia, rabia, dolor?

Elaborarlas
¿Por qué experimento esto?
¿De dónde viene?
¿A qué se debe?

Darles forma y finalmente expresarlas, bien sea a un amigo, un familiar, un colega o un profesional de la salud mental, nos permitirá organizarnos internamente y darle salida a aquello que contenemos y que no debemos dejar que nos domine o que pase completamente desapercibido.

¡Debemos hacernos responsables de nuestras emociones!

Psi. Carla Márquez

Prevenir ya es curar

Prevenir ya es curar

Prevenir ya es curar

Un paradigma, es una creencia bajo la cual opera nuestra mente. La historia evolutiva humana está llena de paradigmas que fueron cambiados para la evolución de la ciencia y del ser humano.

Un paradigma no siempre es lógico, de hecho, la gran mayoría son absurdos, sin embargo al darles el poder de “la verdad”, controlan nuestros pensamientos, decisiones y maneras de actuar.

Al simplemente observar y analizar con sentido común y posteriormente investigar, podemos lograr nuevas verdades, momentos de conciencia y evolución como personas inteligentes que somos.

Piensa conmigo, existe un paradigma en la ciencia médica que dice, “para que algo cure, debe tener efectos secundarios”. Esto significa que para obtener salud, debemos perjudicarla por otra parte, lo cual es absolutamente absurdo.

Una persona con una cuadro viral le da más importancia al Acetaminofén que a tomar agua o al descanso, entonces, tiene malestar, toma acetaminofén, no ingiere líquidos y no descansa.

Un paciente con artritis, toma prednisona y metotrexate pero no se ejercita, ni se alimenta correctamente. Un paciente con diabetes, toma metformina, se coloca insulina, sin embargo no lleva una alimentación adecuada, ni realiza actividad física.

¿Cuál es la causa?

El paradigma de que existe la enfermedad incurable, el paradigma que reza, para vivir con esta enfermedad, “tienes” que tomar tal o cual tratamiento de por vida.

Cambia tus paradigmas utilizando el sentido común, existen miles de terapias y de tratamientos con altísima efectividad, a través de los cuales se logran revertir esas disfunciones celulares llamadas enfermedades crónicas incurables, ejemplos sobran.

La nutrición correcta, el ejercicio inteligente, el respirar adecuadamente, el uso de vitaminas, nutracéuticos y adaptógenos, la terapia de respuesta espiritual, las constelaciones familiares, el yoga, la meditación y el mindfulness, por nombrar sólo algunos, permiten prevenir, mejorar y hasta curar todo este espectro de disfunciones celulares, llevando a los sistemas a un estado de funcionamiento óptimo que a fin de cuentas, es parte de la naturaleza del ser humano.

Dr. Alberto Muhammad Wulff